La fascinación de aprender cada día cada minuto
Si desatara todos mis miedos, llegaría al fin del universo
Poder ver qué pensamientos tienes, por qué actúas de cierta manera, por qué cae tu ánimo, qué piensas al reaccionar de una u otra forma, por qué algo te molesta o no, por qué algo te gusta o no, qué hay de ti en los demás, qué hay de los demás en ti, poder descubrirte un poco más día a día cada momento es la herramienta más valiosa y poderosa que tenemos como humanos, y no radica en el hacer sino solo en el ver, sin esfuerzo, en nuestro propio interior.
Hace unos meses, inspirada por un deportista que conocí el año pasado (primera vez que sigo a alguien en el mundo del deporte), me dispuse a empezar marcha atlética, un deporte casi desconocido aquí en mi país, pero accesible. Cabe aclarar que nunca me gustó mucho hacer deportes de ningún tipo, y cada vez que me decidía a empezar algún tipo de ejercicio no bastaba mucho tiempo para que lo abandonara. Ya se había vuelto algo "normal" en mí.
Uno de los "obstáculos" más fuertes que tenía al empezar con marcha atlética era que se ve gracioso, que de hecho fue lo que me llamó la atención cuando lo conocí hace ya más de diez años atrás y desde ese entonces pensé "ah, quiero intentarlo" pero por lo mismo no me animaba ni siquiera a probarlo. La forma de caminar rápido moviendo pronunciadamente las caderas era una barrera muy alta que saltar en ese entonces. Incluso ahora cuando finalmente salí a probar sentí enseguida vergüenza y las miradas de las transeúntes sobre mí, me hacían desconcentrarme, me hacían detenerme, e incluso me daban síntomas de asma (a pesar de que físicamente no tenía ningún motivo para sentirme agitada).
Pero esta vez me di cuenta mucho más rápido de algo que tenía gran efectividad: todo estaba en mi cabeza. Y aunque antes alguien pudiera habérmelo dicho es probable que no hubiera causado ningún efecto en mí, porque en ese entonces no entendía cuán profundo podía internarme en esos pensamientos sin ser consciente de ello y cuán fácil en realidad es de salir de ellos. Gracias a que ahora podía explorar mi mente más atentamente y también gracias a que había estado observando con tanta atención al deportista que admiro, pude ver esto con claridad en mí misma.
Me preguntaba cómo alguien podía concentrarse y ser ajeno a todo lo que pasaba alrededor antes de una competencia con todos los ojos de los espectadores, las cámaras, los celulares, los periodistas,etc encima suyo. No podía ser perfecto siempre, no podía evitar equivocarse y mostrar su lado humano, pero esto no le afectaba. ¿Cómo podía? Yo solo saliendo a la calle y tropezando o mostrando un paso gracioso podía sentirme abrumada a tal punto que tenía que volverme a mi casa para calmarme.
En verdad solo es necesario darse cuenta de qué estás pensando y descartar esos pensamientos, porque realmente no tienen ningún sentido para uno, si lo que quiero es hacer ejercicio, simplemente tengo que concentrarme en eso, si se ve gracioso, qué más da, si me miran, solo debo seguir concentrada en mi cuerpo, en el camino, pensar en porqué estoy haciendo esto, que es mucho más importante qué cualquier otra cosa que pueda suceder alrededor. En ese momento solo yo estoy viviendo mi experiencia y solo yo puedo disfrutarla o padecerla.
Al darme cuenta de esto, hasta me sentí agradecida de haber tenido esas reacciones, porque de otro modo no me habría dado cuenta, solo lo habría abandonado otra vez después del primer intento. Ahora al salir y notar las miradas sobre mí, al sentir algún síntoma, enseguida reacciono y pienso "ah, otra vez me interné en esos pensamientos" y me río de mí misma, me vuelvo a concentrar en mis piernas y disfruto del desafío.
Si seguiré entrenando o decaeré otra vez con el tiempo, no lo sé. Pero hay algo que se siente muy diferente de mis otros intentos de hacer ejercicios y quizás sea lo más importante: me siento inspirada, motivada y especialmente disfruto desafiarme a mejorar y aprender al mismo tiempo más de mí misma. Y también a diferencia de otras veces no lo hago por adelgazar o porque me siento obligada a hacer actividad física, sino porque se siente bien y porque quiero poder sentirme mejor aún conmigo misma, poder ser dueña de mi cuerpo (no sé como explicar bien esto, pero el deseo de poder moverlo y usarlo a mi placer).
De vez en cuando vuelve el hábito del miedo, de la vergüenza o simplemente la pereza, pero basta que recuerde otra vez porqué lo hago y qué sentimiento real tengo al hacerlo.
También entiendo ahora la importancia de impregnarse en el mundo del deporte, de una u otra forma y tener a alguien que te inspire y motivo es realmente algo grandioso, sobretodo cuando en principio no te tienes mucha confianza.
***
Poder ver qué pensamientos tienes, por qué actúas de cierta manera, por qué cae tu ánimo, qué piensas al reaccionar de una u otra forma, por qué algo te molesta o no, por qué algo te gusta o no, qué hay de ti en los demás, qué hay de los demás en ti, poder descubrirte un poco más día a día cada momento es la herramienta más valiosa y poderosa que tenemos como humanos, y no radica en el hacer sino solo en el ver, sin esfuerzo, en nuestro propio interior.
Hace unos meses, inspirada por un deportista que conocí el año pasado (primera vez que sigo a alguien en el mundo del deporte), me dispuse a empezar marcha atlética, un deporte casi desconocido aquí en mi país, pero accesible. Cabe aclarar que nunca me gustó mucho hacer deportes de ningún tipo, y cada vez que me decidía a empezar algún tipo de ejercicio no bastaba mucho tiempo para que lo abandonara. Ya se había vuelto algo "normal" en mí.
Uno de los "obstáculos" más fuertes que tenía al empezar con marcha atlética era que se ve gracioso, que de hecho fue lo que me llamó la atención cuando lo conocí hace ya más de diez años atrás y desde ese entonces pensé "ah, quiero intentarlo" pero por lo mismo no me animaba ni siquiera a probarlo. La forma de caminar rápido moviendo pronunciadamente las caderas era una barrera muy alta que saltar en ese entonces. Incluso ahora cuando finalmente salí a probar sentí enseguida vergüenza y las miradas de las transeúntes sobre mí, me hacían desconcentrarme, me hacían detenerme, e incluso me daban síntomas de asma (a pesar de que físicamente no tenía ningún motivo para sentirme agitada).
Pero esta vez me di cuenta mucho más rápido de algo que tenía gran efectividad: todo estaba en mi cabeza. Y aunque antes alguien pudiera habérmelo dicho es probable que no hubiera causado ningún efecto en mí, porque en ese entonces no entendía cuán profundo podía internarme en esos pensamientos sin ser consciente de ello y cuán fácil en realidad es de salir de ellos. Gracias a que ahora podía explorar mi mente más atentamente y también gracias a que había estado observando con tanta atención al deportista que admiro, pude ver esto con claridad en mí misma.
Me preguntaba cómo alguien podía concentrarse y ser ajeno a todo lo que pasaba alrededor antes de una competencia con todos los ojos de los espectadores, las cámaras, los celulares, los periodistas,etc encima suyo. No podía ser perfecto siempre, no podía evitar equivocarse y mostrar su lado humano, pero esto no le afectaba. ¿Cómo podía? Yo solo saliendo a la calle y tropezando o mostrando un paso gracioso podía sentirme abrumada a tal punto que tenía que volverme a mi casa para calmarme.
En verdad solo es necesario darse cuenta de qué estás pensando y descartar esos pensamientos, porque realmente no tienen ningún sentido para uno, si lo que quiero es hacer ejercicio, simplemente tengo que concentrarme en eso, si se ve gracioso, qué más da, si me miran, solo debo seguir concentrada en mi cuerpo, en el camino, pensar en porqué estoy haciendo esto, que es mucho más importante qué cualquier otra cosa que pueda suceder alrededor. En ese momento solo yo estoy viviendo mi experiencia y solo yo puedo disfrutarla o padecerla.
Al darme cuenta de esto, hasta me sentí agradecida de haber tenido esas reacciones, porque de otro modo no me habría dado cuenta, solo lo habría abandonado otra vez después del primer intento. Ahora al salir y notar las miradas sobre mí, al sentir algún síntoma, enseguida reacciono y pienso "ah, otra vez me interné en esos pensamientos" y me río de mí misma, me vuelvo a concentrar en mis piernas y disfruto del desafío.
Si seguiré entrenando o decaeré otra vez con el tiempo, no lo sé. Pero hay algo que se siente muy diferente de mis otros intentos de hacer ejercicios y quizás sea lo más importante: me siento inspirada, motivada y especialmente disfruto desafiarme a mejorar y aprender al mismo tiempo más de mí misma. Y también a diferencia de otras veces no lo hago por adelgazar o porque me siento obligada a hacer actividad física, sino porque se siente bien y porque quiero poder sentirme mejor aún conmigo misma, poder ser dueña de mi cuerpo (no sé como explicar bien esto, pero el deseo de poder moverlo y usarlo a mi placer).
De vez en cuando vuelve el hábito del miedo, de la vergüenza o simplemente la pereza, pero basta que recuerde otra vez porqué lo hago y qué sentimiento real tengo al hacerlo.
También entiendo ahora la importancia de impregnarse en el mundo del deporte, de una u otra forma y tener a alguien que te inspire y motivo es realmente algo grandioso, sobretodo cuando en principio no te tienes mucha confianza.
***
Por cierto el deportista que admiro es Hanyu Yuzuru, patinador artístico. Tanto como atleta como persona es admirable e inspirador, y estoy realmente agradecida de haberle encontrado, estoy continuamente aprendiendo de él y con él.
Comentarios
Publicar un comentario